jueves, 17 de diciembre de 2015

22ºC

Con él era siempre primavera, nunca hacía frío, nunca hacía calor. Con el termostato del amor a 22 grados. Muy agradable y confortable. No entendía ese concepto de pasarlo mal por alguien. No le veía el sentido a querer a alguien que no te quiere. O desear a alguien que ni te mira. O seguir amando a alguien que te ha puesto los cuernos o no te trata bien. Tampoco soportaba alargar lo que sabía que ya no funcionaba. Y no tiraba la toalla a las primeras de cambio: las relaciones había que trabajarlas y no dar las cosas por hechas, pero tenía que ser algo mutuo.

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