domingo, 6 de marzo de 2016

El deseo

- ¿Estás loco? - sujetándolo por la muñeca.
- Me detendré si de verdad es lo que quieres.

Existían mil razones para no seguir. Una sola para hacerlo, más poderosa que cualquier otra: el deseo; aquí, ahora.

Y sus dedos se deslizaron sin titubear entre mis piernas.

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