Abrí la puerta y me abrazó súper fuerte durante un rato largo...
se separó un poquito... y me besó en los labios.
Se me erizó el cuerpo entero y pensé que cómo había podido ser tan tonto como para privarnos de eso durante tanto tiempo...
Y se lo dije: "Qué tonto eres...".
Entendió por qué lo decía... y me apretó contra él más fuerte.
Dejó su maleta en el dormitorio, y en el sofá volvió a besarme.
Estaba sentada sobre él, pero me temblaban tanto las piernas...
No podíamos parar de besarnos con muchísima dulzura... despacito, sintiendo cada roce...
Volví a pensar "... qué tonto eres... qué mal lo he pasado, para al final acabar como no debimos dejar de estar..." pero esta vez me llené de toda la rabia acumulada durante estos meses y me entraron unas ganas enormes de llorar.
La nariz se me puso roja y los ojos se me llenaron de lágrimas...
Paró un momento, me miró y me acarició.
Yo cerré los ojos, intentando disimular; se acercó, y besó muy despacito los párpados... Acarició mi naríz con la suya y me besó en la comisura de los labios...
Entonces pensé que no podía desaprovechar ese momento. Tenía que disfrutarlo, sentirlo.
Llevaba once meses esperándolo...
Cada caricia, cada beso... cada susurro... todo se volvió precioso...
Volví a notar como se derretía por mí... todo el deseo en cada caricia... Olíamos tan bien... nos besamos tan bien...
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